jueves, 20 de febrero de 2014

Cupletero acreditado



Siempre me ha gustado la experiencia de ir al cine, a las salas de cine, independientemente de la película que viera. De niño la cosa consistía casi siempre en que mi madre nos llevaba a un cine del centro, y a la salida nos reuníamos con mi padre (que solía trabajar los fines de semana) para merendar tortitas con nata o algo así. PLANAZO Nº 1. Otras veces íbamos a un cine de barrio a ver una sesión doble, un estreno más una reposición por el precio de una sola película. PLANAZO Nº2. O si estábamos en la playa, nos embadurnábamos en aftersun y nos íbamos al cine de verano, bocadillo de tortilla en ristre. PLANAZO Nº 3.

De adolescente iba con mis amigotes y después  al Burger a eructar con el gas de la CocaCola y a poner nota del  0 al 10 a las muchachas que pasaban. Ninguna bajaba de 7,5. PLANAZO Nº 4.

En la universidad también iba en grupo, pero de amigotes y amigotas, y luego de cañas y aprovechaba para hacer el alarde de haber entendido todo a pesar de ser una película “complicada y poliédrica”, y tal y cual… todo ello con el único propósito de quedar bien con una (o dos o tres…) niña muy mona que andaba por allí. Este tipo de plan tuvo su máximo exponente durante mi año de Erasmus en París, donde me tragué un ciclo entero de la Nouvelle Vague. ¡Menudas cabezadas daba yo! , porque el mítico movimiento francés tiene grandes joyas, pero también buenos bodrios, reconozcámoslo. De todos modos yo siempre salía del cine poniendo cara de listo, por si las moscas. PLANAZO Nº 5.

Más tarde, y como mi chica es tan cinéfila como yo, llegaron muchos y muy placenteros domingos por la tarde de cine en pareja. Y luego a cenar y comentar la película, ya con la tranquilidad de poder confesar que no había entendido nada, o que no me había gustado por muy “obra maestra” que fuera considerada. Valoro mucho esos momentos de complicidad post-cine. PLANAZO Nº 6.

Con la llegada de los niños (“llegada”, como si nadie los hubiese llamado) hemos bajado mucho la frecuencia de esas escapadas, pero sin embargo ahora también vamos al cine pastoreando a las criaturas. Disfruto muchísimo con ello también, llegan nerviositos perdidos y se quedan clavados como perros Pointers en su butaca. PLANAZO Nº 7.

Hace 9 años estrené otra forma de “ir al cine”, que es ser invitado al preestreno de la película. Nos invitó mi amigo Pepe que tenía un pequeño papel en La Noche del Hermano. El flechazo fue instantáneo: la Gran Vía, el “roce” con los artistas, la copa de después… aún no lo sabíamos, pero en ese momento había nacido El Cupletero.  Desde entonces es algo que me ocurre de vez en cuando y disfruto como loco. La sucesión de los acontecimientos suele ser más o menos  la siguiente:

-          Oye Cuple, que si te vienes al estreno de Nosecuantitos , la Película.

-          ¿Qué me dices? ¿De verdad? ¿La última de Fulanita de Tal? Por supuesto.

-          Además seguramente  estén también Maricastaña, Manolita Chen y Los Enanos del Circo… ya sabes, esa gente. 

-          Estupendo, pues allí nos vemos.

A continuación suelo quitarme los pantalones y hacerme el baile de Risky Business entero por el pasillo de mi casa. Después me mojo el pelo con colonia Álvarez Gómez, me peino a raya y allí me planto, más feliz que una perdiz. PLANAZO Nº 8.

La semana pasada, y gracias a La Chatarrería Magazine, he conocido otra modalidad de “ir al cine”, la del acreditado a pase de prensa. Una experiencia totalmente diferente. La gente acude fundamentalmente de uno en uno, el  90 %  de los asistentes son chicos (varones), casi todo el mundo tiene cara de empollón y nos sentamos butaca sí butaca no. Es tempranito en la mañana, así que aún tienes el saborcillo del café en la boca y una legaña pegada en la mejilla. Te ves la peli y a la salida te tomas un segundo desayuno mientras apuntas en tu libretita qué vas a contar de la peli. PLANAZO Nº … he perdido la cuenta, pero el mensaje ha quedado claro, ¿no?

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